Tanto la infancia como la adolescencia son etapas muy significativas en la vida de toda persona.
Es en ellas cuando se tienen las primeras relaciones de apego, las primeras experiencias y contactos con el entorno.
Por esta razón, crecer en un clima saludable, física y emocionalmente, va a influir de manera vital en el futuro del niño y el adolescente.
La Psicología Infantil y Juvenil incide sobre cada etapa del desarrollo evolutivo.
Se encarga de dotar a niños y jóvenes de estrategias adecuadas para un crecimiento sano a todos los niveles: fisiológico, psico-motriz, cognitivo, social y emocional.
Asimismo, se ocupa de proporcionar a padres, madres y cuidadores, herramientas apropiadas para acompañar al niño de una manera empática.
Debido a la complejidad que supone la crianza de los hijos, puede ocurrir que los padres o tutores desconozcan algunas de las reacciones propias de cada etapa del desarrollo y eso les lleve a consultar acerca de ellas.
Además de este tipo de consultas, también pueden acudir padres que notan en sus hijos la presencia de síntomas a nivel afectivo o cambios persistentes en la conducta.
Son múltiples los trastornos asociados a la infancia y la adolescencia: ansiedad, depresión, problemas de aprendizaje, dificultades en las habilidades motoras, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), problemas de control de esfínteres o trastornos alimenticios, entre otros.
En el caso de los adolescentes, debemos poner especial atención a problemas de drogodependencias.
Los distintos trastornos psicológicos no se manifiestan de la misma manera en la población infanto-juvenil que en la población adulta, lo que hace que resulte difícil o confuso para las familias identificar qué tipo de problema padece su hijo.
La identificación precoz de las dificultades emocionales en los niños es clave para favorecer una buena salud mental, así como para su integración en el ámbito familiar.
También es importante consultar con el terapeuta en cuanto se detecten los síntomas, no dejar trascurrir tiempo bajo la premisa del “ya se le pasará” o “son cosa de críos”, a fin de promover lo antes posible un buen rendimiento escolar y la adaptación sana en un entorno de amistades e iguales.
La futura construcción identitaria del niño, así como su capacidad de regulación emocional, dependerán en gran medida de estos factores clave.
Tratamientos de Psicología Infantil y Juvenil
En primer lugar, realizamos una entrevista pormenorizada a los padres o tutores, en la que dejamos espacio para que describan el clima familiar, expongan dificultades encontradas en la crianza de sus hijos, hablen sobre la conducta que manifiesta su hijo y sobre cuáles han sido los motivos que les han impulsado a pedir ayuda.
Asimismo, también realizamos una entrevista al niño o adolescente, dependiendo de la edad y/o nivel de maduración, la entrevista tendrá lugar en compañía de sus padres o sin la presencia de éstos.
La familia es un sistema humano muy complejo, en el que se va formando una intrincada red de vínculos, identificaciones, expectativas, y dinámicas interpersonales.
Estas dinámicas familiares a veces pueden no ser lo suficientemente eficaces para proveer al hijo de los sentimientos de seguridad, confianza y valía personal que necesita para afrontar los desafíos de su maduración.
Por ello, en psicología infantil y juvenil es fundamental estudiar los estilos de vinculación padre/hijo, madre/hijo, las dinámicas familiares, los síntomas observables en el hijo y también los síntomas que no se pueden observar explícitamente, pero que aumentan significativamente el malestar del niño o adolescente.
Es de vital importancia, también, prestar especial atención a los diferentes contextos en los que se encuentra el paciente infantil o juvenil, y qué sentimientos experimenta en cada uno de ellos.
El análisis de todos estos factores nos llevará a establecer un diagnóstico diferencial de cara al formato de intervención más apropiado.
En múltiples ocasiones, el hijo muestra un comportamiento problemático que genera malestar en toda la familia e influye en la actitud y el comportamiento de todos sus miembros.
Entender estas dinámicas familiares nos permitirá además revisar algunos patrones de crianza y guiar la comunicación e interacción familiar, a fin de que haya más momentos de relación segura y de conexión emocional, y menos momentos de dificultad, tensión o desencuentro.
A través de las periódicas sesiones terapéuticas, de manera conjunta (psicólogo, padres, niño o adolescente), buscaremos la significación de los síntomas, explorando qué situaciones o emociones actúan como “disparadores” del malestar o del problema de conducta.
La comprensión amplia y profunda de la sintomatología, por parte de padres e hijo, será lo que permita la transformación de estas dinámicas en otras más saludables y enriquecedoras para toda la familia.
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