Ten en cuenta que la mayoría de la gente que tiene éxito y sobre todo, es feliz, es POSITIVA y eso es debido a cómo piensan.
Tu forma de pensar es la llave. Pensar en positivo en cada momento es fundamental. Visualiza siempre tus éxitos y toma distancia con los ambientes y la gente negativa.
Decide tus propios sueños y objetivos. Hay que ser concreto a la hora de fijarlos. No digas: “Me gustaría empezar a estudiar en la universidad…” sino “Voy a empezar a estudiar en la universidad…”. Hay que hacer un plan detallado y ¡cumplirlo!
Pasa a la acción. Los objetivos por sí solos no son nada si no se pasa a hacerlos realidad. Ponte a ejecutarlos sin dudar. Siguiendo el ejemplo anterior; “Apúntate al curso, compra los libros, organízate y empieza a estudiar ¡ya!
Nunca dejes de aprender. Vete a clases, lee mucho, participa en grupos, adquiere habilidades nuevas…
Sé constante, persistente y trabaja todo lo que puedas. El camino hacia el éxito suele ser largo, así que no te rindas y lucha por tu objetivo.
Aprende a analizar tu camino. Baraja todas las variables importantes para tomar las mejores decisiones. Y cuando haya errores (que los habrá) aprende de ellos y analiza y disfruta del camino recorrido hasta ese punto y no en lo que queda hasta el final del objetivo. Si haces lo contrario, tus expectativas puedes verlas demasiado altas y frustrarte en exceso haciendo que pienses en negativo y alejándote de tus metas.
Prioriza tu tiempo y tu dinero. Cuando creas en algo, pon toda tu energía y atención en ello. No dejes que te distraigan.
Sé innovador y no tengas miedo de serlo. Sé diferente, original e innova. El mundo no para de cambiar, siempre progresa. No paralices tu mundo. Ten ideas propias sobre lo que puede tener éxito y no sigas a la multitud.
Comunícate con el resto. Una persona no puede ser una isla. Comunica tus deseos y pensamientos sinceramente y anima a los demás a que también lo hagan contigo. Practica el entendimiento y la motivación con la gente.
Actúa honradamente. Ten la responsabilidad de lo que haces. No hagas trampas ni mientas. Cuando hagas promesas cúmplelas y admite que cometes errores.
Raúl Labiano Beorlegui
Psicólogo y Psicopedagogo