Los trastornos de conducta en niños y adolescentes pueden incluir desde episodios de desobediencia hasta mostrar un comportamiento cruel o agresivo hacia otras personas o animales.
Los trastornos de conducta son más frecuentes en varones que en mujeres. Se trata de uno de los motivos más frecuentes de consulta clínica en salud mental durante la etapa infantil y adolescente. Si no se tratan de forma temprana, presentan una gran disfuncionalidad y repercusiones futuras tanto en el niño como en su entorno.
Las rabietas son episodios de llanto, gritos o agitación (lloros, gritos o movimientos) incontrolables que suelen aparecer en la infancia. Son una forma de expresión del malestar que tiene el niño, como respuesta a necesidades no satisfechas para él.
La desobediencia se considera que aparece cuando un niño no lleva a cabo la conducta que se le ha indicado en un período de tiempo razonable, cuando no mantienen la conducta o cuando hay un fracaso para seguir una reglas de comportamiento previamente enseñadas y que se aplican a situaciones específicas.
La conducta desobediente puede ser pasiva (cuando el niño no responde, permanece inactivo) o activa (el niño presenta verbalizaciones negativas, se muestra desafiante, hostil y con resistencia física).
Cuando la desobediencia pasa a ser un constante en la vida del niño y llega a unos niveles de gravedad que interfieren en su vida personal y familiar, así como en su rendimiento escolar, podemos encontrarnos ante casos de Trastorno negativista desafiante y Trastorno de la conducta.
Cuando aparecen estos problemas de comportamiento lo más importante es encontrar la causa para poder por un lado, dar las orientaciones oportunas a los padres para que desaparezcan, así como poder trabajarla con el niño. Cuando los casos son más graves y hemos llegado a la adolescencia con estas dificultades, es necesario un tratamiento integral por parte de los psicólogos infanto juveniles de Rubik de implicando siempre a las figuras parentales y trabajar igualmente con el adolescente.