En Atención Temprana (conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos)
En Rubik se trabaja con niños de 0-6 años y sus familias. Nuestro objetivo es que los niños que presenten trastornos o tengan el riesgo de padecerlos reciban la atención y la estimulación adecuada para potenciar al máximo su desarrollo, teniendo en cuenta su familia y el entorno (muchos continúan con nosotros muchos años después de comenzar a temprana edad)
La detección temprana es importante para poder brindarle al niño una estimulación y/o intervención temprana que lo ayude a alcanzar su máximo potencial. Para la detección temprana de posibles dificultades hay unos signos que nos indican que algo puede no ir bien en el desarrollo.
La presencia de estos signos de alarma no supone necesariamente la existencia de una patología, sino que indican la presencia de alguna dificultad evolutiva, es por ello que debe ser evaluado y/o tratado por un especialista.
Señales a fijarse en las etapas de los niños
De 0 a 3 meses:
No fija mirada en el rostro del adulto o en los objetos.
No sigue objetos con la mirada.
No se tranquiliza al oír la voz su madre.
No mantiene la cabeza durante varios segundos.
Ausencia de sonrisa ante rostros conocidos.
Irritabilidad persistente sin causa aparente.
Dificultades de succión o deglución.
Duerme demasiado o apenas duerme.
De 3 a 6 meses:
No hay sonrisa social.
No mantiene la mirada con personas u objetos.
No orienta la mirada hacia voces familiares u otros sonidos.
No emite balbuceos.
No se interesa por la entorno.
No controla la cabeza
La musculatura del niño está muy blanda o demasiado rígida.
Mantiene el puño cerrado con el pulgar dentro.
No coge objetos, o le cuesta mantenerlos.
A los 9 meses:
- No se mantiene sentado.
- No intenta ir hacia los objetos para cogerlos.
- No emite bisílabos.
- No muestra interés por las personas u objetos de su entorno.
- No distingue a los extraños.
- No participa en los juegos familiares típicos: palmas, cu-cu…
A los 12 meses:
No se pone de pie con apoyo.
No utiliza el índice para explorar objetos.
Ausencia de pinza manipulativa.
No repite silabas encadenadas: mamama, papapa,
No imita gestos.
No responde a su nombre.
A los 18 meses:
No anda con ayuda o solo.
No comprende órdenes sencillas
No dice palabras con significado.
No señala con el índice para pedir o compartir.
No come alimentos sólidos ni bebe en vaso.
A los 24 meses:
No corre.
No sube y baja escaleras con ayuda.
No tiene juego simbólico.
No encadena dos palabras.
No hace garabatos.
No utiliza la palabra NO.
A los 3 años:
No chuta una pelota.
No utiliza un vocabulario amplio.
No se relaciona con otros niños.
No controla el pis durante el día.
A los 4 años:
No hace preguntas del tipo ¿por qué?
No conoce conceptos básicos como formas, colores, tamaños.
No come solo.
A los 5 años:
No salta sobre una pierna.
No habla con fluidez pronunciando todos los fonemas.
No realiza dibujos sencillos.
No participa en juegos de reglas.
Es importante la intervención temprana porque:
El desarrollo infantil en los primeros años se caracteriza por la progresiva adquisición de funciones tan importantes como el control postural, la autonomía de desplazamiento, la comunicación, el lenguaje verbal, y la interacción social. Esta evolución está estrechamente ligada al proceso de maduración del sistema nervioso, ya iniciado en la vida intrauterina y a la organización emocional y mental.
El sistema nervioso se encuentra en la primera infancia en una etapa de maduración y de importante plasticidad. La situación de maduración condiciona una mayor vulnerabilidad frente a las condiciones adversas del medio y las agresiones, por lo que cualquier causa que provoque una alteración en la normal adquisición de los hitos que son propios de los primeros estadios evolutivos puede poner en peligro el desarrollo armónico posterior, pero la plasticidad también dota al Sistema Nervioso de una mayor capacidad de recuperación y reorganización orgánica y funcional, que decrece de forma muy importante en los años posteriores.
Es por lo anterior que cuanto antes se realice intervención con el niño mejor se aprovechará la plasticidad cerebral.
Los problemas más frecuentes son:
Niños en situación de riesgo de padecer algún trastorno del desarrollo (prematuros, poca estimulación, riesgo social, adopciones…)
Trastornos del Desarrollo:
Trastornos del Espectro Autista, discapacidad intelectual, trastornos del lenguaje…
Problemas psicomotores.
Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad o Impulsividad