No hay tristeza por la pérdida. Pueden presentar síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas de estómago como resultado de reprimir sus emociones. Estos sentimientos podrían expresarse en un duelo posterior al que se generaron creando una sintomatología más intensa de lo que debería.
Aparecen algunas emociones pero no todas, o bien aparecen todas pero en una intensidad menor. Los síntomas reaparecen en toda su intensidad ante un evento o situación que reabre la herida y que no necesariamente tiene que ser otra pérdida.
Aparecen reacciones emocionales intensas durante más tiempo de lo considerado normal. La pérdida le impide reorganizar su vida ante la ausencia. Pueden aparecer rituales como dejar las cosas tal y como las dejó el difunto u homenajes diarios.
Aquellos duelos que el entorno o la sociedad no permiten o a los que resta valor dejando a la persona que sufre sin una red de apoyo y pasando por el proceso en soledad o secreto, por ejemplo, los duelos por aborto, por rupturas de pareja…etc.
Aparecen las reacciones del duelo normal, pero a una intensidad muy elevada. La persona se siente desbordada por el dolor y genera estrategias para alejarse de él, como consumo de sustancias, centrarse totalmente en el trabajo…etc. Este cuadro puede generar trastornos de ansiedad o depresión.
Se rememoran solo las características positivas de aquello que se perdió, comparándola con otras del mismo tipo (por ejemplo, con otras personas) y menospreciando siempre a las otras. Pueden incluso negarse las circunstancias de la pérdida si estás no fueron acorde con esta idealización.
En ocasiones pueden adoptarse comportamientos o actitudes de la persona perdida en un intento por mantenerla viva o padecer síntomas similares a los que tuvo el fallecido.
No existe reconocimiento de la pérdida, asumiendo que lo perdido sigue presente o se reconoce pero se alegra de la misma. Es el tipo más infrecuente.
Pérdida súbita o inesperada, muertes por asesinato, catástrofe o suicidio.
Pérdidas acumuladas, muy seguidas. También si hay pérdidas múltiples en un mismo suceso
Si se tenía una relación difícil con la persona que se ha perdido
Si la persona fallecida tenía especial importancia a la hora de mantener a la familia económica o emocionalmente.
Antecedentes de trastornos mentales en el doliente, duelos no resueltos o discapacidad.
No existe una red de apoyo social o esta es escasa.
Negación: En esta etapa se tiende a pensar que no esta sucediendo, que no es real, de este modo nos enfrentamos al echo pensando que no ha ocurrido.
Ira: Se pregunta de forma constante quien es el culpable y porque esta sucediendo, de forma agresiva, es una etapa en la que se busca explicación al suceso.
Negociación: Se intenta evitar que vuelva a suceder haciendo cambios en la vida de uno mismo, eso si, solo se realizan los cambios si la persona tiene la seguridad de que no volverá a pasar por esa situación.
Depresión: Ya nada tiene importancia, es la etapa en la que la tristeza y la realidad pesan mas que cualquier otro estado emocional, ya que en este momento la persona es consciente de que el suceso a ocurrido, y se derrumba.
Aceptación: Esta etapa es la última, es cuando la persona se encuentra en paz, asimilando y asumiendo los acontecimientos, no por ello deja de sentirse triste, pero en este momento ya es consciente de que tiene que seguir adelante.