Hablamos de trastorno cuando esta sintomatología supone un deterioro en áreas importantes de su vida como la laboral, familiar, pareja, etc. Si bien se trata de una reacción a nivel fisiológica del cuerpo, su frecuencia e intensidad puede estar relacionada con periodos de mayor o menor niveles de estrés, ansiedad y nerviosismo.
Así mismo, son más proclives a padecer trastornos psicosomáticos aquellas personas a las que les resulta difícil afrontar situaciones de estrés, gestionar emociones o que tienen dificultades para establecer vínculos de confianza y comunicarse con otras personas.
A pesar de la falta de explicaciones y demostración médica, los dolores no son simulados o producidos intencionadamente, y los pacientes de trastornos psicosomáticos suelen contar con un amplio historial de pruebas médicas y visitas hospitalarias en las que no han obtenido respuestas sobre el motivo de sus síntomas y/o dolor.
En los últimos años la evidencia científica en investigación psicológica ha dado lugar a modelos terapéuticos nuevos, entre los que destaca la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y que no solamente en psicología sino también en la fisioterapia se aplican sus principios. Desde esta perspectiva trabajamos en Rubik con los problemas derivados de somatizaciones.
No se busca la reducción de la sintomatología, sino el aprender a vivir con ella, lo cual en ocasiones puede dar lugar a la paradoja de que en el momento en que se acepta un síntoma, este disminuya. A la vez, encontramos que habitualmente evitar un dolor que no se puede controlar puede llevar a importantes dosis de dolor extra a nivel psicológico y emocional.
En este sentido, se trabaja para clarificar el tipo de persona que uno quiere ser, y la vida que le gustaría vivir. Se revisan también los costes que están suponiendo las somatizaciones en estos dos aspectos, para ver de qué manera los síntomas psicosomáticos están limitando la vida de la persona.
Así, la terapia se dirige hacia ayudar a la persona a que pueda hacer las cosas que le gustaría hacer y poner fin a la evitación del dolor o los síntomas que están afectando a la calidad de vida. La finalidad es que sea la persona, y no la somatización, quien escribe el guión de vida del paciente, y que pudiendo estos síntomas fluctuar, la persona pueda disfrutar del día a día, ser quien quiere ser en una vida rica, plena y satisfactoria.