Fobias (miedos)
A lo largo de la infancia los niños manifiestan miedos a diversos sucesos, animales o situaciones. Estos miedos son evolutivos y necesarios de alguna manera, ya que les protegen de peligros reales que pudiesen presentarse. No obstante, en muchas ocasiones estos miedos interfieren en la vida de los niños y niñas de forma significativa, siendo necesaria una intervención profesional adecuada para devolver la funcionalidad del miedo.
Qué son las fobias infantiles
Las fobias específicas infantiles se caracterizan por ser miedos desproporcionados, irracionales y que suelen conllevar respuestas de evitación. Además, estos miedos suelen no corresponderse con la edad o momento evolutivo del niño o niña y además, interfieren de forma negativa en la vida del menor o la menor.
¿En qué se diferencian las fobias de los miedos evolutivos?
Existen una serie de miedos normales o frecuentes en determinadas etapas del desarrollo de los niños y niñas que se llaman miedos evolutivos. Estos miedos son reacciones normales, básicas y constantes en el desarrollo humano, teniendo además un importante valor adaptativo y funcional para la supervivencia. Además, en el caso de los miedos presentes en la infancia, éstos van a permitir al niño enfrentarse a determinadas situaciones estresantes y desarrollar las habilidades de afrontamiento necesarias para superarlas.
Como hemos mencionado, en cada etapa del desarrollo van a estar presentes unos miedos u otros, relacionados con situaciones que implican un peligro para los niños y niñas en ese momento evolutivo. Además, las reacciones a cada miedo van a ser diferente también en los diferentes estadios de desarrollo.
Echeburúa elaboró una tabla con los principales miedos evolutivos que aparecen o tienen mayor peso en cada etapa del desarrollo:
- 0-1 año: estímulos intensos y desconocidos y personas extrañas.
- 2-4 años: animales y tormentas.
- 4-6 años: oscuridad, brujas y fantasmas, catástrofes, separación de los padres.
- 6-9 años: daño físico y hacer el ridículo.
- 9-12 años: accidentes y enfermedades, mal rendimiento escolar, conflicto entre los padres.
- 12-18 años: relaciones interpersonales y pérdida de autoestima.
Cómo diagnosticar una fobia específica
Para el diagnóstico de una fobia específica y poderlo diferenciar de un miedo evolutivo, habría que tener en cuenta 6 criterios:
- El niño manifiesta un temor acusado o experimenta ansiedad hacia un objeto específico
- o situación. En los niños el miedo o ansiedad se suele expresar en forma de gritos, berrinches, abrazos intensos ante la presencia del estímulo temido o mostrándose muy inhibidos.
- Como norma general, el miedo intenso o la ansiedad aparecen de forma casi inmediata a la presentación del objeto o situación fóbica.
- El niño suele evitar, escapa o soporta con mucho malestar la situación u objeto que provoca la fobia.
- El miedo o ansiedad debe de ser desproporcionado en relación al peligro real que entraña el estímulo fóbico teniendo en cuenta los factores sociales y culturales.
- Las reacciones de miedo o ansiedad extremas se presentan durante al menos 6 meses.
- El miedo, la ansiedad o las conductas de evitación producen un deterioro significativo en la vida del menor o de los que le rodean. Por ejemplo, que dejen de realizar actividades que desean por temor a exponerse al estímulo temido, como en el caso de un niño con miedo a la oscuridad, que no vaya a dormir a casa de amigos por no enfrentarse al miedo o que tengan que no pueda dormir en su propio cuarto.
Causas de las fobias infantiles
- No existe un único mecanismo responsable de la adquisición de las fobias. Entre las causas plausibles estarían el haber experimentado de forma directa una situación traumática, por lo que la respuesta de miedo intenso quedaría asociada a la situación y cada vez que ésta se presentara se activaría la respuesta condicionada de miedo.
- Otra de las causas es que las respuestas de miedo o la dependencia que manifiesta el niño son reforzadas positivamente, aumentando la sensación de incontrolabildiad del niño, así las respuestas de miedo se manifestarán con más probabilidad por conllevar una ganancia para el niño, bien sea protección o atención de las figuras de apego.
- En general, se habla de que la adquisición del miedo se produce por haber experimentado una situación traumática o por haber sido testigo de una experiencia traumática de otra persona.
- Lo más frecuente, en el caso de las fobias infantiles, es que se adquieran por aprendizaje vicario, o lo que es lo mismo, por haber observado a otras personas respuestas de miedo intenso ante determinados estímulos o experiencias traumáticas.
- Además, también se sabe que es más fácil que se generen fobias ante unos estímulos que ante otros y esto se debe sobre todo, porque a lo largo del desarrollo de la especie humana ha habido ciertos estímulos que han supuesto una amenaza para nuestra supervivencia por lo que sería mucho más fácil el condicionamiento fóbico a estos estímulos, como por ejemplo a las arañas, que a otros como las flores.
- Tras la adquisición del miedo, entrarían en juego mecanismos de reforzamiento para su mantenimiento y aumento de intensidad.
- Las conductas de evitación de los objetos o situaciones que generan ansiedad como puede ser que un niño con fobia a los perros no se acerque a ellos o un niño con miedo a la oscuridad duerma con la luz encendida o acompañado van a aumentar el miedo.
- También, la protección que recibe el niño ante los estímulos fóbicos va a provocar que el miedo siga al recibir una consecuencia positiva de expresar miedo.
Tratamiento de las fobias específicas
Terapia cognitivo conductual
La intervención cognitivo conductual es la más extendida y con mayor eficacia en el tratamiento de las fobias específicas.
Lo más importante es que el profesional encargado de llevar a cabo la terapia, realice una evaluación exhaustiva para determinar el análisis funcional del miedo o fobia infantil, para que así se determinen los determinantes de la fobia, qué factores mantenedores están presentes, cuáles son los estímulos que hacen que el miedo sea menor o no aparezca y en general, ver cómo se comporta el miedo en el niño o niña y diseñar un plan de tratamiento personalizado.
No obstante, todo proceso de intervención debe de contener una serie de estrategias que son indispensables. Estas son:
Reforzamiento positivo de las conductas de aproximación al estímulo fóbico.
- Es importante que se refuercen todos los intentos por parte del niño de exponerse al objeto o situación que teme, para que así haya más probabilidades de que se emitan estas conductas de aproximación.
Procedimiento de exposición.
- La exposición al estímulo fóbico es indispensable para que el miedo vaya perdiendo intensidad al habituarse a la activación fisiológica que provoca la ansiedad.
- Además, a través de la exposición se le proporciona al niño estrategias de afrontamiento adecuadas, aumenta su autoeficacia percibida y disminuyen los pensamientos negativos.
- Al principio es importante que esté presente un adulto que le dé seguridad al niño y poco a poco se vaya desvaneciendo esta ayuda.
- Es importante que adulto le proporcione seguridad pero no sobreprotección. Éste puede servir de modelo al niño, apoyarle y motivarle para aproximarse al estímulo fóbico.
- Estrategias que aumenten la motivación a los niños, para enfrentarse a aquello que teme.
Juegos y estrategias para ayudar a un niño con fobia infantil
Desde el hogar también podemos ayudar al niño a superar su fobia específica. Algunas recomendaciones son:
- Animar al niño o niña a que se exponga a su miedo. Es importante que animemos y no obliguemos, por lo que debemos respetar sus tiempos y trabajar para motivarle a querer exponerse.
- Ofrecer reforzadores por las aproximaciones graduales que haga al estímulo fóbico. Es importante que en los niños pequeños, estos reforzadores sean elegidos por ellos y que se les dé de forma contingente.
- No facilitar la evitación o escape de la situación temida. Es decir, en caso de que sea necesario exponerse a aquello que el niño o niña teme, no debemos favorecer que se vaya de la situación, es mejor que permanezcamos junto a él, nos quedemos en ella y le demos seguridad y estrategias para afrontarlo.
- No ridiculizar las conductas de miedo, pero tampoco sobreproteger o prestar excesiva atención a las mismas.